Una boxeadora dentro de mi
Hace un tiempo, mi pareja me regaló unos guantes de boxeo para descargar parte del estrés que por aquel entonces me torturaba. El caso es que cuando se presentó en casa con ellos, casi me da un ataque de risa por la ocurrencia y comprobé que, ciertamente, el humor también ayuda lo suyo a relajarse. Jugamos un rato con ellos y entre risas y caricias enguantadas pasamos un rato bien divertido.
El caso es que el otro día, al cambiar la rompa de temporada, me encontré con ellos en el vestidor y aunque no estaba él para volver a jugar, me los puse igualmente. Frente al espejo del lavabo, y con la complicidad de saberte observada únicamente por ti misma, me puse a hacer poses de esas típicas de boxeadores. Al principio estaba un poco cortada y apenas movía los brazos, pero poco a poco empecé a animarme y a lanzar algunos ganchos al aire.
Uno de izquierda (los mejores, porque soy zurda), un derechazo, otro de abajo hacia arriba, después una buena sacudida de frente..., cada vez con más fuerza, con una rabia creciente que me subía desde el estómago hacia los brazos con una potencia hasta entonces no experimentada.
No sé muy bien cómo, pero el caso es que, poco a poco, me fui poniendo de muy mala leche, mi reflejo en el espejo no era nada amistoso, sino más bien temerario y yo tenía unas ganas locas de pegarle un izquierdazo a todos aquellos que empezaban a pasar por mi mente y que en alguna ocasión me habían hecho daño o molestado, ex de todo tipo, básicamente: ex-jefes, ex-arpias/compañeras de trabajo, ex-novios, ex-amigas, ex-dependientas, ex-conductores de bus, ex-coincidentes de metro que te empujan para conseguir un asiento, ex-cajeras del Dia, ex-vecinas con perro molesto... Le di un buen repaso a todos y la verdad es que me quedé bien descansada, aunque también me un poco alucinada por la facilidad con que me puse en situación. ¿Tanta rabia mantenemos acumulada dentro de nosotros sin darnos cuenta?
He empezado a pensar si no será esa la fuente de la agresividad que demuestran algunos cuando se ponen al volante de sus coches. Aquellos que parecen querer comerse directamente al de delante si no se quita de en medio en dos segundos. Voy a reflexionar sobre ello ahora que aún me dura el relax.
2 comentarios:
Oye, que buena idea la de los guantes...
Voy a tener que encontrar yo alguna forma de desahogarme y quedarme relajadita como tú, porque hay días en los que...bueno, mejor no hablar.
No me gusta tener que reconocerlo, pero la verdad es que resulta de lo más terapéutico.
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