Pensamientos lunares
¿Con qué frecuencia os asaltan? A mi, hay días en que parece que hubiera lluvia de estrellas. No paran de caer sobre mi como pequeños cometas, anunciándome ideas de todo tipo. Algunos me alegran inmensamente, me suben a las nubes y juegan conmigo, regalándome sensaciones increibles. Son esos días en los que todo parece y es posible, no hay límites ni fronteras para hacer nada. La vida es sencilla, tras un paso viene otro y así hasta infinito. No quiero detenerme, ni puedo parar de sonreir. Me parece que mi altura se triplica y siento que puedo tocar la Tierra con la punta de los dedos. Quiero compartir mi soledad con toda la galaxia y hablo hasta la puesta del sol. Lo entiendo todo, en todos los idiomas (incluido el de las caricias). Tengo hambre de quimeras, que diría el cantautor Karel.
Pero no quiero engañaros, también hay otros de baja intensidad. De media temperatura. De luz de vela que se resiste a apagarse. Esos que aturden como una bofetada de desprecio. Cuando se tiene uno de essos, lo mejor es resguardarse en el otro lado de la Luna y esperar a que amaine. Con la puerta entreabierta.
¿Con qué frecuencia os asaltan? A mi, hay días en que parece que hubiera lluvia de estrellas. No paran de caer sobre mi como pequeños cometas, anunciándome ideas de todo tipo. Algunos me alegran inmensamente, me suben a las nubes y juegan conmigo, regalándome sensaciones increibles. Son esos días en los que todo parece y es posible, no hay límites ni fronteras para hacer nada. La vida es sencilla, tras un paso viene otro y así hasta infinito. No quiero detenerme, ni puedo parar de sonreir. Me parece que mi altura se triplica y siento que puedo tocar la Tierra con la punta de los dedos. Quiero compartir mi soledad con toda la galaxia y hablo hasta la puesta del sol. Lo entiendo todo, en todos los idiomas (incluido el de las caricias). Tengo hambre de quimeras, que diría el cantautor Karel.
Pero no quiero engañaros, también hay otros de baja intensidad. De media temperatura. De luz de vela que se resiste a apagarse. Esos que aturden como una bofetada de desprecio. Cuando se tiene uno de essos, lo mejor es resguardarse en el otro lado de la Luna y esperar a que amaine. Con la puerta entreabierta.