27 agosto 2007



London, ida y vuelta


Lo mejor: los inmensos parques. Imposible recorrerlos completamente, aunque lo intentamos. Ideal dejar pasar el tiempo de la tarde tumbados en Hyde Park. (No me extraña que Barry creara en uno de ellos a Peter Pan); y qué decir de los "squares" ajardinadas. Me enamoré de Bloomsbury Sq. nada más entrar y allí descansé y leí y dormité alguna que otra tarde. Un oasis cercano al Soho. Luego también está la puntualidad británica, que no es un cuento, sino toda una realidad -un día, pidieron disculpas por megafonía porque el tren llegaba con cinco minutos de retraso!!!; el contraste entre la tranquilidad de los parques y el desbondante ir y venir de Oxford Street o Charing Cross, por citar algunas. El pan. He descubierto el verdadero pan de molde. Esto de aquí es un verdadero timo. Aunque no pude con los desayunos típicos de allí, me atiborré de pan siempre que tuve ocasión. Estaba delicioso. Y en casi todas las cafeterías tenían leche de soja!!! Eso me llegó al corazón. Trece días sin un café con leche hubiera sido maltratro psicológico. Y los pasteles!!! Había de todos los tamaños, colores y sabores y, a pesar de parecer de mentira eran reales y estaban deliciosos!!! Y la gratuidad de los museos. Los visitamos casi todos, aunque me quedo con la National y con la cúpula de cristal de Norman Foster en el British. Me encantó. Y callejear, pasear, y recorrer el Thames en barco. ..Y Greenwich!!!! Cuando tenga dinero me compraré una casa en Cádiz y otra allí. Era como vivir una peli de E.M. Foster en directo, una delicia. Y la cantidad de lavabos públicos, tan higiénicos todos y gratuitos en el 90% de los casos. Y los pubs, la cerveza negra. Y los musicales. Y la arquitectura británica de a pie. Y los pestillos para cerrar las puertas. Son geniales!!!


Lo que menos: lo mal que les entendía. Mi inglés de manual y el revisado en mis charlas con polacos y alemanes con "buen nivel de inglés" no me ha servido de mucho. El elevado precio de casi todo, algunos "hoteles" y sus instalaciones, la moqueta, la comida, la agresiva manera de conducir de algunos, Camdem (me decepcionó bastante - mucha ropa pseudo setentera de mala confección-), las colecciones del British Museum, por la bochornosa presentación de tesoros robados a otros países en miles de expediciones, cuando deberían ser devueltas. El consumismo atroz. La ciudad te lanza diariamente el mensaje de que "Si no compras, no existes".


En definitiva, espero volver para seguir descubriendo esta increíble ciudad. Vivirla por unos días me ha dado alas y me ha hecho comprobar, una vez más, lo beneficioso que es viajar, conocer otras ciudades y otras maneras de vivir.