Mañana
Un hombre de mediana edad entra en una pequeña y añosa bodega del barrio de Gracia. Con paso lento, se acerca a la barra y pide una copa de vino. El que le sirve le saluda como si le conociera. Como si se tratara de un cliente de tiempo.
El hombre responde con un gesto tímido y no acierta a decir nada durante largo rato. Hasta que se acaba su consumición y busca la mirada del dueño para hacerle saber que quiere una segunda copa.
El bodeguero se sorprende. En todos los años que lleva sirviéndole nunca ha pedido dos veces seguidas. Mientras se acerca con la botella entre las manos, se da cuenta de lo desbordados que parecen sus pensamientos y le pregunta, aunque sin muchas ganas. Se huele que la respuesta no va a ser muy fácil de digerir.
-¿Todo bien, amigo?
-Más o menos.
-Seguro que no es para tanto. A veces nos parece que los problemas nos van a comer, pero sólo hay que alimentarlos uno a uno, eh?
- Puede ser, pero el que tengo yo es un poco más complicado. En Navidades me diagnosticaron un cáncer de garganta y me dijeron que, a lo más, me quedaban cuatro meses.
-...
-Dicen que la única posibilidad de alargarme la vida pasa por quitarme la mandíbula y ponerme una prótesis, que durante un año no me permitirá comer apenas nada. Pero tampoco es seguro que sirva de mucho y lo malo es que tengo que elegir una de las dos en poco tiempo.
-¿Cuando?
-Mañana.
Chicos, me gustaría decir que este relato es producto de mi imaginación, pero es verídico. La historia la escuchó mi pareja en esa misma bodega donde el hombre confesaba sus dudas.
4 comentarios:
Te acuerdas de aquella película "El cielo sobre Berlin"??
Tu post me la ha traido a la memoria.
Una pena, la verdad, porque después de escuchar esto qué se supone que hace uno? se toma un café y ya?
Un beso.
Pues sí, no hay mucho más que decir. La verdad es que cuando me la contaron no supe qué decir y sólo pude escribir esto.
Un besote.
Carmen
mi tío tuvo cancer de garganta. Terrible fue el tratamiento, terrible y doloroso, pero él quería vivir y pudo soportarlo.
Vivió 20 años más luego. Con limitaciones en las comidas, pero bueno, creo que le valió la pena.
Anónimo, me alegro de que tu tío tuviese una segunda oportunidad. En las situaciones extremas el ser humano saca fuerzas de donde sea para seguir luchando.
A priori, nunca lo parece, pero sólo hay que buscarlas.
Un saludo..., ya no no tan anónimo.
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