23 noviembre 2007


Automedicarse

Nunca pensé que acabaría defendiendo esta práctica, pero puntualmente voy a hacerlo. Ahora os explico el porqué:

Hace una semana que padezco un resfriado bastante fuerte -complicado con mi habitual alergia-, lo que me ha hecho acabar con las reservas de pañuelos de varios supermercados.

Hace tres días, harta de moquear, acudí a mi doctora y ésta me recetó un antiestamínico "contundente", tanto que no se aconseja tomar más de 10 días (y no quiero extenderme en los posibles efectos secundarios, pero os diré que podrían considerarse familiares de los del uranio). El caso es que al día siguiente la nariz empezó a admitir ciertas dosis de oxígeno, pero el pecho (y no me refiero a los senos, claro) me dolía horrores y me faltaba el aire.

Acudí entonces al médico de guardia y le comenté los antecedentes. Este segundo especialista me conminó a dejar el antiestamínico y, después de auscultarme, me recetó un jarabe y paracetamol.

Mi sorpresa fue mayúscula cuando tras leer el prospecto del jarabe comprobé que su objetivo era únicamente acabar con mis ataques de tos, ataques que por cierto no tenía. Entonces, me fuí a una farmacia y después de consultar el caso llegué a la conclusión de que lo que más necesitaba era un mucolítico, y eso compré.

De eso hace un día y medio y puedo decir que empiezo a ver la luz.


La imagen procede de andres.bahiadesign.com/?p=27

2 comentarios:

Cachovatio dijo...

Pues yo he optado por emborracharme con patxarán y esperar a que pase la vida. Así, me siento en comunión con mis virus.

Saludos de uno que siempre está en Deimos, la luna pobre de Marte.

Carmen Salas dijo...

Gracias por el consejo. Lo intentaré poner en práctica la próxima vez, aunque no sé si tenemos Patxarán en la Luna. Haré un pedido por si acaso...

Saludetes